La pandemia en la provincia de Burgos no ha provocado la vertiginosa desaceleración económica que se ha manifestado en otros territorios con una mayor dependencia del turismo y del sector servicios en general, debido a la diversificación del tejido empresarial y al elevado peso de la industria que contrarresta el efecto provocado en otras actividades económicas.
En concreto, y tal y como destacaba el presidente del Colegio de Economistas de Burgos Carlos Alonso de Linaje, las consecuencias de la pandemia para la provincia de Burgos van a ser sensiblemente menores respecto a la media nacional cuya caída de la economía se prevé en -16,8%. Los factores que han evitado este descenso es la importancia de la industria en este territorio donde un tercio del PIB corresponde al sector industria cuyo comportamiento no ha sido tan adverso como en otras actividades.
Pero a pesar de la importancia de la industria en Burgos, no son nada desdeñables el volumen de empresas y trabajadores dependientes del Comercio y Hostelería en Burgos que están siendo duramente castigadas como consecuencia de las medidas restrictivas impuestas desde las diferentes administraciones públicas.
Junto con los cierres y limitaciones, otro de los factores que está afectando a la activación de la economía es la contención del consumo. Actualmente con un 8% de Tasa de Ahorro no permite el crecimiento económico y el temor es que siga esta tendencia y complique la recuperación de los diferentes sectores.
De forma concreta y en relación con la actividad comercial, en el marco de este V Foro, se destacó de nuevo las principales conclusiones obtenidas en el Observatorio de Comercio que lleva desarrollando a lo largo de este año la Federación de Comercio de Burgos. Unas conclusiones que recogen la evolución diferenciada de cada subsector de actividad de la gran familia que es el comercio: con saldo positivo cierra alimentación especializada, se mantiene equipamiento del hogar y el descenso más drástico se encuentra en equipamiento de la persona y comercio con un alto componente de servicio.
Una vez informada de la situación económica se aportaba el estado sanitario actual, de la mano de José Antonio Miranda, Jefe del Servicio Territorial de Sanidad y Bienestar Social, que no ofrecía signos de mejoría a corto plazo. Burgos ocupaba en estos últimos días los primeros puestos del ranking a nivel nacional en cuanto a tasa de incidencia de contagios. Burgos capital ha contado en estas últimas semanas con una de las peores cifras de lo que llevamos de pandemia. Si bien diciembre ha mejorado esta situación, no se debe perder la perspectiva de que la provincia cuenta con datos muy alejados de ser los óptimos.
Este escenario está comprometiendo al sistema asistencia sanitario. La ocupación y saturación de los hospitales de la provincia por enfermos de la COVID, está obstaculizando el servicio prestado a otras patologías (ocupando plazas en los centros sanitarios, entre otros).
Se reconoce que parte de las medidas restrictivas aplicadas a las actividades económicas como por ejemplo a la hostelería no están teniendo el efecto esperado, porque simplemente se desplazan las reuniones y celebraciones colectivas al ámbito doméstico, causando con ello un doble perjuicio a la sociedad: sanitario (incremento de contagios) y económico con el cierre de establecimientos.
El debate puesto encima de la mesa de forma permanente, se divide entre los posibilistas, modelo seguido por parte de países como Inglaterra y Estados Unidos donde se asume y se relega los efectos sanitarios a favor de la economía, y aquellos que apuestan de forma clara y concisa por todas aquellas medidas que permitan mejorar las cifras de contagios, enfermos y fallecimientos.
Sobre el impacto psicológico de la pandemia y sobre cómo afecta al consumo, Jesús de la Gándara, Jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos, analizó el comportamiento que se está manteniendo desde el punto de vista de los clientes.
Es un hecho que la sociedad está agotada y siente la pérdida de control de la situación, y ello conlleva a la ansiedad y a un estado anímico decaído.
Ante este escenario es vital incrementar la fortaleza física y mental, con buenos hábitos que beneficien a la salud del cuerpo y de la mente como decían los clásicos.
La respuesta a la mejora psíquica podría ser “tomar antidepresivos”, se trasladó como anécdota, pero la alternativa real es la recuperación de la sensación de control a través de la comunicación por parte de los gobernantes, de los medios de comunicación que son los que difunden los mensajes a la ciudadanía, y hasta el momento estos han sido contradictorios a diferentes niveles.
Desde la sociedad civil, desde las empresas y organizaciones se debe jugar un papel fundamental en transmitir “alegría”, infundir ánimo, porque no hay vacuna contra los efectos negativos psicológicos que están afectando a los individuos.
Estamos expuestos a la infosaturación, al estrés colectivo, que deriva en un desorden psicológico por la falta de control. Factores como la infodemia que provoca ansiedad por los mensajes emitidos a través de múltiples canales, contradictorios y excesivos, pueden ser mejorados a través de la infoanexión (protectora del estrés) que profundiza en la comunicación emocional. Y sobre este último valor, los medios de comunicación, junto con los políticos son los que tienen la llave para solucionarlo.
Desde el ámbito empresarial, en concreto en el sector de la Hostelería, Fernando de la Varga, presidente de la Federación de Hostelería de Burgos manifestaba que no hay diálogo y sí mucho desanimo entre los empresarios del sector. Subir las persianas este viernes 18 se ha convertido más en una necesidad psicológica que un alivio empresarial.
Una situación ante la que los empresarios se sienten impotentes. La innovación, la reinvención, la adaptación a nuevos entornos, son términos que no pueden aplicarse en un momento, en el que el cierre, es la única solución impuesta.
Se reclama por parte de los empresarios medidas coherentes y consensuadas con los diferentes implicados, así como sanciones para aquellos que lo están haciendo mal para que las consecuencias no recaigan en todos.
El presidente de FEC Burgos, Consuelo Fontecha, señaló que la fatiga es clara y evidente, y que junto con el miedo que deriva en la paralización, provocado en gran medida por las decisiones erráticas de los responsables políticos desde el inicio de la crisis sanitaria, está suponiendo un lastre difícilmente de superar para activar la economía.
A la ciudadanía, y de forma específica a los empresarios se les está dando a elegir entre respirar o comer y ambas son necesarias, y en este bucle de debate se pierden las energías del conjunto de la sociedad.
También desde el comercio se apunta al temor de que no se active el 8% de la tasa de ahorro que están manteniendo los hogares y no se recupere el dinamismo de la calle tal y como se prevé que suceda en los próximos meses. En vísperas de las Fiestas Navideñas y previendo una tercera ola de la pandemia, se cierra el año con la esperanza puesta en la vacuna y en un 2021 que permita recuperar las calles.
La sensación de la sociedad en términos generales, y de forma concreta de los empresarios de los sectores más castigados, es que la clase política no están a la altura de las circunstancias. Superada la incertidumbre y el desconocimiento de los primeros meses del inicio de la pandemia, la metodología aplicada sigue siendo el cierre sin más alternativas, y sin la posibilidad de forma coordinada con los diferentes sectores productivos.